Su nombre, Tulum; el mío, Adriana. Nuestro recorrido empieza en Palacé con Miranda o a quienes les gustan más los números como a mi mejor amigo, en la Carrera 50 con la Calle 60. Es el barrio Prado, aquel que fue habitado a principios del siglo XX por la élite antioqueña… De esa época solo quedan las grandes casonas con sus fachadas imponentes. Mientras Tulum olfatea y marca el territorio en cada esquina, contemplo la arquitectura que ha trascendido los años, y de paso aprendo a “moverme” en el Barrio, razón por la cual he decidido contarle a mi mascota en voz alta: Miranda sube, Moore sube, Urabá baja y la Calle 63 es doble vía; y la que marca el ritmo de nuestra caminata es la importante Carrera Palacé, esa que pasa en frente de la Basílica Menor de Nuestra Señora de la Candelaria, en pleno Parque Berrio.
Aunque no podemos negar que en ocasiones nos gusta tomar otra ruta de regreso a casa, hace poco subimos por la calle 63 y pasamos por la panadería San Francisco. Fue inevitable no sentir ese olor a pan recién hecho, me gustó su aspecto de tiendita de barrio, de esas que provocan ir a tardear mientras los habitantes del sector van y vienen. De bajada tomamos la Carrera 49 -Venezuela- y a diferencia de Palacé, este camino tiene más negocios y es más movido; por ejemplo, hay ferreterías (como tres) varias tiendas y el famoso D1. Pero lo que más nos gusta de bajar por aquí es que se puede apreciar la parte trasera de la imponente Catedral Basílica Metropolitana de la Inmaculada Concepción de María, ubicada en el Parque Bolívar.
Como todos los que recorren a Prado, yo también tengo mis puertas, balcones, rejas y casas favoritas. Por ejemplo, las de la Clínica Psiquiátrica Hermanas Hospitalarias, situada en la Carrera 50 # 62-63 es toda una joya; la he fotografiado en varias ocasiones. De igual manera, los albergues para ancianos tienen cierto encanto, pero a la vez me generan inquietud, melancolía e inevitablemente me hacen reflexionar sobre la vida y el tiempo… Ese tiempo que no da tregua ni espera, y al que todos nos atraviesa.
Es hora de regresar a casa, digo en voz alta, para que Tulum me escuche.
1 Comentarios
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Edison Giraldo
junio 10, 2018 at 9:29 am
Está súper bonito este texto Adriana, me encanta, atrapas a los lectores con tu manera de narrar, muy interesante como involucras a tu mascota Tulum en tu aventura callejera. Me encanta. Saludos,
junio 10, 2018 at 9:29 am
Está súper bonito este texto Adriana, me encanta, atrapas a los lectores con tu manera de narrar, muy interesante como involucras a tu mascota Tulum en tu aventura callejera. Me encanta. Saludos,