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#PradoPatrimonioDeTodos

Cada vez que en Medellín se habla de Patrimonio es ineludible referirse al barrio Prado, una zona de la ciudad cuyos orígenes se remontan a 1926, cuando el industrial Ricardo Olano lideró su urbanización. Junto a él, Enrique Moreno y Joaquín Cano promovieron la construcción y venta de lotes donde antes estaba ubicada la finca La Polka, entre otros terrenos. El modelo de barrio jardín, dominante en Europa e incluso en Barranquilla, donde ya existía un barrio con este mismo nombre, sirvieron de inspiración para este proyecto de gran acogida entre las elites económicas de la época, quienes a todas luces querían diferenciarse a partir de un conjunto residencial que rubricara su prestigio y respeto, concebido para marcar la diferencia con el resto de los habitantes de la ciudad.

Se construyeron, entonces, unas viviendas de gran tamaño, con amplios jardines y alturas entre uno y dos pisos, en diversos estilos europeos y norteamericanos, con gran ornamentación, situadas a la vera de unas amplias y arborizadas calles, sobre todo, en el primer eje de construcción: la carrera Palacé hasta Jorge Robledo y sus manzanas aledañas. Luego, en el barrio se evidenciaría notablemente el reflejo en nuestro país de la crisis económica mundial de 1929 porque, si bien, siguieron llegando las familias más adineradas de la ciudad, sus casas ya no eran tan ostentosas, aunque el sector se mantendría como el más elegante de Medellín hasta mediados del siglo pasado.

A partir de entonces, el impacto que tuvo en el barrio la construcción de diversas obras públicas como la Avenida Oriental (1970) y la consecuente separación entre Prado y el Parque de Bolívar, uno de los sitios más frecuentados por los habitantes del sector; el crecimiento poblacional de las comunas aledañas, que derivaría en el tránsito continuo de automotores por el barrio; la destinación de la carrera Bolívar como corredor del Metro y la construcción del Bazar de los Puentes -entre finales de los 80 y comienzos de los noventa- y la construcción de Barranquilla, una de las principales vías de acceso a la Universidad de Antioquia; así como la consolidación de otras zonas de la ciudad con los mismos ideales de exclusividad de Prado, como Laureles y El Poblado, marcaron la migración de muchos de sus pioneros y antiguos habitantes pero, sobre todo, su transformación funcional.

No hay duda, el barrio Prado es hoy por hoy, el barrio patrimonial por excelencia de Medellín; y, en consecuencia, el sitio piloto para entender el sentido dinámico de esta palabra en la ciudad… la zona que más retos propone en torno a la pregunta constante sobre cómo cruzar de manera saludable cada nueva transformación y la revaloración patrimonial asociada a sus orígenes y evolución. Y si bien, existe por fortuna, El Plan Especial de Protección Patrimonial que procura redefinirse cada vez más como una especie de puente entre el día a día de esta comunidad y la administración municipal, también es necesario sensibilizar cada vez más al resto de los habitantes de Medellín para que dimensionen la importancia de un sector de la ciudad del que se habla mucho, pero del que en realidad se sabe muy poco; la inexorable justificación para que el Programa de Patrimonio, Memoria y Archivo Histórico de Medellín destine un micrositio dentro de su página web a este importante sector de la ciudad, como un aporte más para difundir diversas estrategias comunicacionales en torno a Prado, un barrio que es patrimonio de todos.

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