Intervención esculturas del centro de Medellín
Video
Así lo hicimos
Fue un viaje imaginario al pasado…
Con motivo del mes del patrimonio, cinco esculturas de personajes ilustres ubicadas en el centro de Medellín se transformaron bajo la estética Steampunk. Accesorios como maletas, alas, sombreros, brújulas y relojes hicieron parte de su tradicional indumentaria. De esta manera, nos adentramos en la historia de los personajes y promovimos las posibilidades que presenta el futuro. Los personaje narraron su viaje durante el lapso en el que estuvieron transformados a través de unas cuentas en Twitter donde los ciudadanos, pudieron interactuar con ellas por primera vez.
Esta actividad fue entonces, una invitación para redescubrir el patrimonio y la historia de la ciudad, para mirar la historia de estos personajes representativos de manera creativa y renovada.
- Simón Bolívar: Parque de Bolívar
- Francisco De Paula Santander: Parque San Ignacio
- Francisco Javier Cisneros: F. Ferrocarril de Antioquia.
- Pedro Justo Berrío: Parque Berrío
- José María Córdova: Parque de Boston
A continuación, conoce en detalle las historias paralelas de los personajes ilustres y la descripción de sus accesorios Steampunk:
La mentalidad tradicional de Berrío no le ayudó a procesar la muerte de su esposa. Se recluyó en su casa y no sabía a qué dedicar el tiempo. Sus planes para el progreso de la región estaban perdiendo sentido. En medio de la depresión, un artesano que él no había visto antes tocó la puerta de su casa, ofreciéndole una forma de comunicarse con su esposa. Berrío lo dejó entrar y le permitió realizar el procedimiento. Se trataba de una escafandra conectada a una máquina de escribir con la que podría intercambiar mensajes con su esposa. El sistema operativo de la escafandra interpretaba las palabras escritas y las traducía en escenas que Berrío pudo ver, escuchar y sentir. La escafandra reproduce el sonido, proyecta las imágenes en su retina y envía secuencias programadas a su sistema nervioso.
La mayoría del tiempo, Berrío usaba el dispositivo para hablar sobre temas cotidianos con la inteligencia artificial de su esposa. Sin embargo, un día le preguntó qué debería hacer con su vida. Su esposa, que ahora pensaba a velocidades eléctricas, le dijo: visita una Medellín paralela.
Cuando la gente dice que Cisneros tiene el don de estar en todas partes se refiere a su hábito de viajar a diferentes universos. Cisneros configura en el reloj de su sombrero el tiempo que desea permanecer en el lugar destino. Luego ingresa frecuencias musicales a través del teclado de su maleta. Como resultado, y después de un proceso que involucra vapor y enormes cantidades de energía –la suficiente para abrir un agujero en el tejido del espacio– Cisneros es transportado al universo paralelo deseado. Dentro de la maleta almacena todas las partituras que lo llevan a los lugares que ha visitado, incluyendo la más importante, la de su universo, con la frecuencia musical que le permite regresar.
Cisneros viaja solo, pero a veces lo acompañan amigos observadores que le ayudan a entender la cultura de los universos que visita.
Si se preguntan por qué Bolívar no mata a esa araña que tiene pegada en el sombrero es porque parte de su consciencia está en ella. Bolívar usa las gafas para ver a través de los ojos de la araña, un punto de vista más cercano al piso, más amplio, con ocho ojos enfocados en diferentes ángulos. Dada la situación de nerviosismo de Bolívar antes de iniciar una batalla, el modo de consciencia de araña le posibilita anticiparse a los movimientos del enemigo. La araña, con cuerpo metálico, piernas delgadas y sensores táctiles, es controlada remotamente por medio del sombrero, cuyos cristales almacenan las escenas registradas por la araña.
A pesar de leer novelas de caballería, Bolívar no sabe montar a caballo. Menos aún si se trata de un pegaso-unicornio llamado Palomo. Sin embargo, la interfaz neuronal de su sombrero le permite controlar con su pensamiento la dirección de vuelo de Palomo, transmitiendo señales que el pegaso-unicornio recibe a través de su cuerno. Otras propiedades han sido atribuidas a dicho cuerno, como la capacidad de sanar las heridas de guerra de Bolívar, o influir en su poder de persuasión y elocuencia, a pesar de su voz delgada y chillona.
Debemos atribuir gran parte de las habilidades estadísticas de Santander a la tecnología que viste en su cuerpo. No podríamos definirlo sin el hardware instalado en su sombrero o sin la paloma-dron albergada en su brazo protésico. Santander dirige el vuelo de la paloma-dron hacia un destino deseado, usando los parlantes de gramófono para escuchar remotamente todo lo que el dispositivo aéreo escucha. Esta tecnología es usada por Santander para fines estratégicos, como espiar las confabulaciones de sus enemigos venezolanos, pero también para fines ociosos: Santander escucha el barullo de los cafés de París, las conversaciones de los más exclusivos banquetes londinenses y la música de los más soberbios festines celebrados en Roma. Santander carga un telescopio, no para mirar el brillo de las estrellas sino para ver la transmisión en vivo de las cámaras instaladas en El Louvre, El Museo Británico, La Ópera de Berlín y otros lugares anhelados que puede visualizar a medida que crece su nostalgia por la vida europea.
Muchos creían que Córdova iba a perder la cabeza al quitarse el sombrero. Sus detractores le acreditaban la habilidad para planear estratagemas, liderar ejércitos y seducir mujeres a la tecnología de inyección de conocimientos instalada en su sombrero. Estos adversarios se encargaron de regar el rumor de su tecno-dependencia en Antioquia hasta convencer a gran parte de la población de que eran ciertos. Es por eso que un día Córdova, resentido por su falta de educación, decidió arrancarse el sombrero de un golpe para demostrar que los rumores eran falsos. Esto generó un efecto inesperado: al romper la interfaz que lo conectaba a su cerebro, los cables resultantes –en apariencia un manojo de rastas metálicas– se convirtieron en antenas que interceptan señales electromagnéticas en el ambiente (ya sea generadas por la red de telefonía celular, radio o internet) que Córdova visualiza en imágenes a través de su monóculo.