El Prado de la fritanga

Barrio Prado, Historia Íntima junio 28, 2018

Edición 2 - Culinaria

Por: Marta Cecilia Maya Z.

Puede decirse que no es lo más característico del Barrio, porque no es lo que más se ve. Pero en las calles de mayor circulación, a un costado de la avenida Oriental, cerca de la estación Prado del Metro, las vitrinas de la fritanga se llenan en la mañana y siempre se vacían al final de la jornada. Son los palacios del colesterol en un sector muy preciso del barrio Prado, los que ofrecen al transeúnte pollos, pasteles, chorizos y empanadas. Si es temprano, la oferta es grande y si es ya tarde, ni vaya que no habrá casi nada.

Se puede encontrar la fritanga surtida, aunque tampoco es la más variada. No es el plato gourmet, no es la comida más deseada, no es la sopita casera, no es el sancocho de la abuela ni la especialidad de la tía Lala. Es simplemente la fritanga, el pollo solo y reseco que espera el hambre de quien pasa la calle. No es la comida para la conversación nostálgica, no es la presa que nos sacará un suspiro ni una alabanza. Es la torta de carne, la papa rellena o simplemente el ala del pollo o una pata que no vence el hambre y que nos saca una temerosa sonrisa, esa porción de comida ante la que uno dice: que suerte la mía, esta hambre da espera y tengo comida en la casa.


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